Es una pregunta que me pregunto hoy, 28 de diciembre y día de los Santos Inocentes del 2016. Porque desde que Trump ganó las elecciones, cualquier noticia falsa, de broma, que se publique hoy, puede pasar por una de verdad.
Y es que esta cuestión me la estoy planteando desde que empecé la promoción de El Observador. Porque muchas de las historias cortas que cuento en esta novela podían pasar por noticias verídicas. De hecho, uno de los protagonistas se vale de titulares recopilados de noticias para hacerse una idea de lo grande que es el asunto de El Observador.
Así que pensé en colar alguna de estas historias cortas como noticias de verdad, en estos tiempos confusos en que cualquiera puede subir un bluff a la red de redes. Sin embargo, me perturban las implicaciones éticas que supone. Porque ya ha sucedido con el tema de los payasos diabólicos del pasado Hallowen, que incluso hubo algún que otro delincuente que se aprovechó de esta moda macabra para sacar tajada.
Y aunque mis historias cortas terminan bien, con El Observador ayudando a algún que otro ciudadano anónimo, y por lo tanto, tienen un enfoque mucho más positivo, sigo preguntándome si sería buena idea que vertiese estas falsas noticias por la red, con la finalidad de llamar la atención y conseguir nuevos lectores. Me preocupan las implicaciones que puedo imaginarme (como que algún hacker patoso provoque un apagón o un accidente al intentar emular a El Observador), pero me aterran mucho más las consecuencias que no soy capaz de imaginar.
Así que de momento, aparcaré esta idea del bluff para más adelante. Y aprovecho esta entrada para recomendaros que asistáis a la presentación de El Observador, que será a las 18:00, el viernes 13 de enero en la librería Follas Novas, en Santiago de Compostela.
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