Una vez más, la actualidad supera la ficción que describo en El Observador. Hoy mismo, en los noticiarios, se ha hablado de la técnica del loverboy, que es una estratagema para engatusar a jóvenes adolescentes para captarlas y luego obligarlas a que ejerzan la prostitución.
Y una vez más, me pregunto si la realidad supera a la ficción, o soy mejor conocedor de la realidad de lo que supongo. Ya lo dije en la entrevista que hice para Universal FM, y que fue emitida en el programa de El Cowboy de Medianoche. Muchas de las cosas que cuento en El Observador se están haciendo realidad, o al menos, están pasando al dominio público.
Pero volvamos al tema de la técnica del loverboy, que también se describe en El Observador. En la familia protagonista, como ya conté en anteriores entradas, hay una adolescente de 17 años, que además se ha hecho amiga de un contacto de Internet que precisamente se hace llamar LOVERBOY96. Alargo la trama de esta relación amistosa a lo largo de la novela, sembrando de paso en el lector dudas sobre la verdadera identidad de LOVERBOY96. ¿Es otra de las identidades falsas de El Observador? ¿Es de verdad un chaval que se preocupa por esta chica? ¿O es alguien mucho más siniestro?
De paso, esta adolescente sufre un proceso de bullying, además de un par de acontecimientos que la convierten en la típica dama en apuros. Y si a ello se le suma que vive en una familia mezclada e inestable, en un ambiente desestructurado, al final, termina por ceder a una de las enésimas peticiones de su novio de Internet para irse a vivir juntos. Así termina uno de los capítulos, no sin antes ser alertada por un mensaje de advertencia que llega a ignorar. Puede que sea el clifthanger más potente de todo el libro.
En el siguiente capítulo, se enlaza esta trama principal con otra subtrama del que ya hablé en una anterior entrada, donde relato lo sucedido en un club de alterne de carretera... Y hasta aquí, puedo escribir.
Ya sé que mi descripción de los hechos del tal LOVERBOY96 puede diferir de los sucesos de los reales loverboys que pululan hoy en día. Pero hay que recordar que este fenómeno no es de hoy en día. Estas cosas ya pasaban antes, en las puertas de los institutos, en las discotecas, a las salidas de las iglesias o cerca de una hoguera en una cueva de trogloditas. Excepto que ahora, esta técnica se ha extendido a la red de redes, convirtiéndose en una consecuencia más de vivir en un mundo más conectado e informatizado. Así que estas cosas se veían venir desde lejos, para todo aquel que sepa ver, claro está.
¡Ah! Y otra casa más. La ilustración que he colocado en esta entrada para que haga de gancho, es un retrato que hice de Jessica Alba. Y por cierto, está en compañía de un rolo, uno de los bichitos que salen en El Heraldo del Caos, mi anterior novela.
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