domingo, 20 de noviembre de 2016

Ghost in the shell

Como ya conté en mi anterior entrada, Ghost in the Shell es una de las principales influencias en El Observador, pues mi novela está protagonizado por un pirata informático similar al antagonista del manga original.


De ahí, que hacia el final de la novela, recurra a esta referencia para hacer comprender a uno de los personajes (y de paso, al lector) la asombrosa naturaleza de El Observador.
Dicho esto último, los seguidores de esta saga que lean estas mis humildes líneas, ya sabrán de qué va mi novela.
De hecho, cuando tuve que hacer una presentación de El Observador como serie de televisión al final del curso de guión del que salió esta criatura, tuve que recurrir al anime de Mamuro Oshi para que los oyentes de entonces entendieran qué pretendía hacer con esta posible futura serie de televisión. Así me ahorré media hora de cháchara que podría ser considerado como vago e insustancial. Y me fue muy bien optar por esta estrategia, porque incluso mis compañeros del cursillo comprendieron por fin de qué iba mi proyecto. Las entendederas de mis examinadores quedaron tan satisfechas, que uno de ellos llegó a preguntarme si era buena idea basar una serie en una entelequia que no tiene presencia física, contando luego lo del móvil rosa de la niña esa...
La influencia de este manga ha sido tan intensa, que también incluí la presencia de Ghost in the Shell entre otras tantas referencias que salpican el texto, puestas para demostrar que los personajes de El Observador viven en el mundo real, y no en un extraño y cibernetizado mundo futurista.
Por aquel entonces, cuando empecé a escribir la novela, ya me había enterado de que Steven Spielberg había comprado los derechos para adaptar este manga a una película de imagen real. Y como las acciones relatadas en El Observador acontecen en futuro muy cercano, al mencionarse en la novela, uno de los personajes cita la producción de Spielberg.


Es decir, que los personajes de El Observador ya han visto esta película, que se va a estrenar unos meses después de que se publique mi novela, lo que envuelve a mi obra en un cierto halo profético, sellado por el registro de la propiedad intelectual. Aunque ahora, si volviera a escribir esta parte de mi novela, en vez de citarse la producción de Spielberg, más bien se diría la película de Scarlett Johansson.


De cualquier manera, estas coincidencias me vienen muy bien para promocionar El Observador.

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