Cada vez que me cruzaba con una cámara de seguridad, siempre me preguntaba quién me estaría vigilando a través de ese objetivo. ¿Sería un guardia de seguridad, cómodamente sentado en un sillón? ¿O puede que alguien más?
Como ya dije en anteriores blogs, en 2012 participé en el cursillo de guión audiovisual de Vtelevisión. Y lo hice con ilusión, deseando escribir guiones para series de televisión de ciencia ficción, porque notaba (y todavía noto) que este género está minusvalorado en España. Ni siquiera se emiten en abierto muchas de las series que vienen de América, empezando por Battlestar Galáctica.
Por entonces, tenía muy reciente una serie que coleccioné en formato de DVD (la única que recopilé hasta la fecha). Se trataba de Ghost in the Shell, aunque creo que el manga es mejor. Y en ese curso, pobre de mí, intenté crear una serie parecida, con acción, tecnología y protagonizada por una tipa maciza...
Fue entonces cuando me enfrenté al muro de la realidad. Según los índices de audiencia (obtenidos a través de un muestreo de la población), en España no se ve ciencia ficción. Daba igual que los datos de las taquillas cinematográficas dijeran que este género tiene éxito. Para los productores de televisión de este páis, no es rentable hacer ficción de género. Atrás quedaron esos días de mi infancia, en los que Galáctica y Ulises en el siglo XXXI me hicieron desear ser astronauta de mayor.
Al contrario, hoy en día, los niños quieren ser, simplemente, famosillos de los programas del corazón (o porteros de una escandalosa comunidad de vecinos).
Por lo tanto, pronto comprendí que si quería dedicarme a este género que tan bien se me da, tendría que hacerlo a través de la literatura, porque me sale más rentable.
No obstante, fue en ese cursillo en donde nació El Observador. Surgió casi sin pensar, influenciado por Ghost in the Shell. Aunque había dejado a un lado la acción extrema, decidí llevar al mundo actual al principal antagonista de esta obra de Masumune Shirow. Y de paso, respondí a esa cuestión que me hacía cada vez que era vigilado por una cámara de seguridad.
Así nació la historia de una mujer, que alertada por mensajes de textos enviados a su teléfono móvil, descubre que está a punto de ser atacada por un violador reincidente.
Y así arranca esta historia de El Observador, al igual que uno de esos intrigantes teasers que aparecían al principio de cada capítulo de Expediente X.
Durante el cursillo, desarrollé parcialmente esta historia. Incluso redacté una biblia, que con suerte, hoy en día estará abandonanda en algún cajón de un archivador de Atresmedia.
Y al terminar el curso, inicié mi carrera de escritor. Escribí El Planeta de la Noche Eterna, La Asesina Escarlata, un tratado sobre altruismo biológico y El Heraldo del Caos, entre otras obras disponibles en amazon.
Pero la historia de esa pobre mujer acosada por el violador reincidente volvía una y otra vez a mi cabeza. El Observador estaba cobrando conciencia propia dentro de mi imaginación. Así que después de escribir El Heraldo del Caos, tuve que sacarlo todo afuera. Me tomé unos meses para vomitar estas líneas sobre el papel de un par de libretas gordas. Hice un pequeño parón cuando publiqué El Heraldo del Caos con Ediciones Atalntis. Luego, transcribí el vómito al ordenador durante los seis primeros meses del 2016. Y mientras trabajaba con este relato, advertí que el futuro cercano que estaba describiendo en El Observador se estaba aproximando. Los atentados yihadistas en suelo europeo, el uso cada vez más generalizado de los drones, el pequeño Nicolás en el CNI, los accidentes con los coches autónomos, Donald Trump como presidente de los Estados Unidos... Llegue a pensar que el mundo me estaba plagiando la novela.
El Observador no es una de mis típicas historias, repletas de acción y naves espaciales. Los personajes que aparecen en esta obra son gente que te podrías encontrar al caminar por la calle de tu ciudad o pueblo, que no obstante, se ven envueltos en tramas que apenas pueden comprender. De hecho, hay tantos personajes en esta obra, que un lector cualquiera se podría identificar, a la fuerza, con uno o dos de ellos.
Opiné que tenía que ser publicada, al ser una obra que además de entretener, advierte al lector sobre los peligros del mundo tecnificado de hoy en día. Así que después de intentarlo con otras editoriales, volví a recurrir a Ediciones Atlantis. Y para el próximo año (que falta muy poco), ya estará disponible. Os iré informando en las siguientes entradas.
Pero mientras tanto, os dejo esta pieza musical de Two Steps From Hell. Todavía estoy tonteando con la idea de hacer de esta novela una serie de televisión, y pienso que este tema sería perfecto para los títulos de créditos iniciales.
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